Este instante nació, como todos los intantes, en el momento menos esperado. Producto de un encuentro fortuito y apasionado arrebato entre doña Azar Lazcano Careaga Martínez y don Aleatorio Peñafiel y Somellera. Como cualquier instante, era desbocado, visceral y muy poco dado al raciocinio... creció grande, bueno, todo lo grande tomando en cuenta los 165 centímetros de su progenitor... sonrosado, bien dado!!!!... Nuestro instante no supo lo que era la medida, la pausa, el respiro; y dedicó toda su existencia a alimentar su muy particular visión del mundo. Pero como suele ocurrir en la tragicomedia nacional, jamás tuvo conciencia de su propio ser, jamás supo que así como era intenso, también era fugaz... no supo que su tiempo correspondía al de unos ojos mirando sobre una taza de café... o a la de un cigarro buscando desesperadamente un encendedor afuera de la discoteca... o simplemente en una espalda recostada en un colchón posturopédico... Un tiempo para el que ahora, él ya no tenía tempo.
Nuestro instante habita ahora un obscuro rincón del hipotálamo de su creador... arrumbado sin futuro ni presente... acumulando polvo sobre los hombros amarillentos por la falta de pasión... Resignado a convertirse en la sombra de lo que pudo haber sido si tan sólo se hubiera regalado 1 milisegundo para reconocerse; un instante que debió aprovecharse.
domingo, 11 de febrero de 2007
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